Dos mil veintitrés, ¿y ahora, qué?
Una lista desparramada de momentos de la cultura pop que me han acompañado este año
Antes de nada:
No sé muy bien qué significa eso de año nuevo. Para mi, el tiempo no es un antes y después en base a un número de cuatro cifras, sino que se estructura en función de recuerdos, momentos inéditos y otras miserias que organizan mi memoria en una red compleja, circular y dinámica. Pero si algo comparto con otras personas sobre estas fechas, es la sensación de nostalgia que me impregna y me acompaña hasta bien entrado enero.
He vuelto a casa de mi madre unos días. La que siempre ha sido mi casa, solo que ahora me resulta extraño seguir diciendo que es mi casa. Lo primero que hice fue comerme el turrón que me esperaba en la mesa del comedor bien decorada acorde a la época y después, abrí las cajas donde Reme guarda mis trabajos de primaria, apuntes de secundaria y los comentarios de texto de bachillerato. Sobre el colegio hablaré otro día, pero revisitar los folios escritos, subrayados, corregidos y bien ordenaditos en archivadores me produce un placer melancólico que ahora forma parte de mis tradiciones navideñas de expatriada.
Algo que me sigue sorprendiendo sobre la Laura del pasado es cuántas cosas le contaba a la Laura del futuro sin darme cuenta. En forma de frases, textos, preguntas, o libretas que acumulan diálogos, descripciones o citas que sin saber muy bien por qué, se quedaban rondando en mi cabeza. También me dedicaba a empezar listas inacabadas de canciones, libros, objetivos, autores y un largo etcétera de información que no sabía muy bien para qué servía.
Siguiendo la manía de no acabar tareas y mucho menos listas, hace unas semanas empecé una nota en la aplicación del móvil con momentos de la cultura popular que me han acompañado este año, o que por alguna razón, viven rent free en la corteza prefrontal de mi tarrina. La empecé porque me parecía demasiado pastel tener que hacer una recopilación de los momentos de mi propia vida, que ya la tengo muy refrita. Así que pensé, ¿y si le cuento a mi yo del futuro qué momentos de terceros me han acompañado este año?
1. Tocar lo que otros ya cantaron
Maneskin tocando Peso pluma, Tu falta de querer y absolutamente lo que sea que haga Damiano David. I‘m in for it.
La aparición estelar de Miles Kanes al son de 505 con Alex Turner en el concierto de Londres, después de años sin tocar juntos. Algo que no viví en directo porque yo fui el sábado y esto pasó un domingo. Ouch.
Rosalía sujetando su corazón en la mano, durante la gala de los Latin Grammy mientras VIVE Se nos rompió el amor, canción previamente interpretada por Rocío Jurado y compuesta por Manuel Alejandro.
Que viva la música y el arte para sacar lo que nos remueve, y sino que se lo digan a la Taylor Swift, que a pesar de no ser yo una Swiftie, menuda REINA.
Love Story salió allá por 2008. Después de unos 3 años consumiendo diariamente Youtube, yo ya me sentía parte de una audiencia experta y empezaba a oler el vértigo de la pre-adolescencia. Estuve días llorando después de ver el videoclip (que también lo echaban en la MTV los sábados por la mañana), y jugaba a ser ella, a vivir un amor no correspondido y sentir aquello que parecía un misterio pero que formaría parte de las historias subsiguientes en mi vida.
Esta semana acabé la segunda temporada de The Bear. Si no la has visto, no sé a qué esperas. El capítulo dedicado al personaje de Richie es de los mejores que he visto en mucho tiempo. La evolución del personaje, lo que llaman su arch es impecable. Cuando escuché los primeros acordes en la cocina ya tenía los pelos de punta. Unos buenos goosebumps que se dice en Inglaterra. ¿Poner Love Story mientras Richie conduce a casa después de encontrarse a si mismo?
Romeo, save me, they're trying to tell me how to feel
This love is difficult, but it's real
Don't be afraid, we'll make it out of this mess
It's a love story, baby, just say yesUna obra maestra: cómo la música une generaciones, las hace conscientes de sus diferencias y comparten anhelos. Las nuevas masculinidades, la liberación de ser vulnerable, el abrazo a darse la oportunidad de sentirse. Dedicaré quizá una carta entera a esto porque I can´t explain it enough. Bravo.
2. Internet, el suspense y lo obvio
Otra Love Story no correspondida que, a mi por lo menos, me da un poco de cringe es la dating history de Laura Escanes. Lo mejor de su último fatídico desenlace es la foto que compartió enfundada en un chándal gris después de dejarlo con un hortera, haciendo un simpático guiño a la Queen of the heartbroken soul by an ugly hot guy aka Chenoa. No sabemos a ciencia cierta si la referencia del chándal gris es a propósito o casualidad, pero en todo caso, debemos agradecerle a Salseologia por documentar estos momentos históricos y completamente necesarios para los millennials, Gen Z y lo mejor de los dos mundos, los del medio, los Zellenials.
Internet es una fantasía condenada a la eternidad. Yo digo SÍ a la fenomenología de ser partícipe y de vivir historias ajenas tan de cerca. Como los Nanosegundos en el metaverso de Támara Falco y el peor plot twist que le podrías desear a tu amiga la que se queja de su novio tóxico y se estanca con un tío del montón que ni chicha ni limonà, solo bulto, relleno y una serie de catastróficas desdichas y tramas Hichtcockianas1
Máster del suspense, no por generar expectación, sino por declarar lo obvio (state the obvious) con un dry humour2 inglés, brillante y rápido es la cómica británica Amelia Dimoldenberg. “El mejor crossover en la historia de las entrevistas” dice uno de sus comentarios en el vídeo que tiene con el entrevistador Sean Evans (conocido por entrevistar a famosos mientras comen pollo picante).
Además de los clips que sube a TikTok, soy fan de su serie de Chicken Shop dates, cuyo hilo conductor es tener citas con famosos mientras “tira fichas” descaradamente a sus invitados. En una de sus entrevistas más vistas, la de Matt Healey, vocalista de la banda británica The 1975, dice: “I’m quite picky, so, I wouldn’t have asked you if I wasn’t in love with you,”.3 Pero para mi, la crème de la crème y cuyo encuentro referencio semanalmente es la del rapero londinense Central C. Es un vídeo dulce y suave, los quiero achuchar todo el rato.
-I don’t know my type. It changes by the season.
-Well, it´s winter
Mención especial también se merece la de Jack Harlow, que es un meme andante. Supe de su existencia desde el “love you” que le soltó a Emma Chamberlain en la Red Carpet de la Met Gala, y un año después hubo encontronazo. Living con esta historia, la verdad. Su flirteo y química con Andrew Garlfield, para otro día.
3. ¿Cómo tú por aquí?
Un crossover es básicamente el cruce, la superposición, la interrelación o encuentro de historias o personajes de diferentes lugares. Vamos, un encontronazo inesperado, algo que está muy de moda y que se ha engrandecido con las maravillosas plataformas digitales. Los crossovers pueden ser más o menos planeados, forzados, y otras veces, son simplemente accidentales. Pero lo que siempre será un crossover, es una poderosa herramienta de marketing para peña que ya está en el spotlight. Por supuesto que ahora hay mucho aficionado a formar, fomentar o protagonizar un crossover, vamos, el ansia de estar en todos los meollos. Y en esto, si alguien tiene experiencia, es nuestro wapo presidente del Gobierno Perrrro Sánchez.
Ver a Pedro Sánchez en La pija y la Quinqui fue un sueño, una declaración de interés generacional, lo demás, que se encarguen los de Marketing de decir qué es.
Hablando de política, otra fantasía fue ver a Inés Hernand y Nerea Pérez de la Heras con Zapatero. Pienso en está foto día sí día también sin ninguna razón de peso.
El episodio de "Saldremos Vivas" es emocionante. Con una reflexión necesaria sobre el feminismo, la importancia de tener una red de amigos como sustento. Kudos a todas y cada una de las palabras pronunciadas en el episodio, sólo verdades.
Y esta reflexión de Inés Hernand sobre la brecha de comprensión generacional.
Hablando de comunicadoras como catedrales, y volviendo al humor seco, rápido, ágil y brillante, Esty se lleva el premio a mejor oradora. Recomiendo ver la entrevista con Ricardo Moya en El sentido de la birra.
“Yo soy Shrek y tengo muchas capas como una cebolla”.
Sus crossover son los mejores, deja bombitas allá donde va. Su paso por el Hormiguero y su amistad con Esperanza Aguirre, la entrevista con Amaia, hacer la ouija con el taxista… en fin, una persona maravillosa.
Sobre diosas también tengo que mencionar a Henar Álvarez y la sección de chochoctora que hizo en una Iglesia de Londres que tuve la suerte de ver en directo!!!! Su historia con Judith Tiral featuring Tamayo as sujeta velas ha terminado en la creación de un podcast que aúna caracteres súper diferentes formando una fusión interesante, educativa y dinámica.
Por último, me quedo con todo lo que dice Victoria Martín en cualquiera de sus stories porque sí, y punto. Empecé el año leyendo su primer libro Se tiene que morir mucha gente y aún quiero más. Adjunto frase para introducir última sección:
Es sorprendente como las personas con dinero se aproximan a la cultura que generan artistas, diseñadores y en general, gente con verdadero talento y la exprimen como si fuera una espinilla, sacándole su jugo, despojándola de cualquier tipo de humanidad, con el único objetivo de usarla en su beneficio.
Se tiene que morir mucha gente, Victoria Martín.
4. Revisitar, shippear y rehumanizar
Revisitar: 1. tr. Volver a considerar una idea, una obra o un autor, a veces con un nuevo enfoque.
Dime lo que consumes, y te diré quién eres.
En cuarto de carrera di con una profesora que como muchas otras, me cambió la vida. En una de las clases, nos lanzó la siguiente pregunta: si tuvierais que decirme quiénes sois en base a lo que habéis consumido audiovisualmente, ¿qué diríais?
Las chicas Gilmore: recuerdo desbloqueado
La primera vez que vi Las chicas Gilmore fue circa 2004 en la cocina de casa cenando con mi hermana Cristina y con Reme. Era costumbre poner algo en la tele para comentarlo, hacernos preguntas y escuchar a mi madre decir lo surrealista e irreal que eran algunas representaciones en pantalla. Las chicas Gilmore marcaron mi idea de la la posibilidad de que tu madre fuera también tu amiga, me vistieron durante varios meses y dejaron huella en mi idea de qué es una buena estudiante y lo que experimentaría en la universidad. Recordaba a sus personajes, sus diálogos rápidos y la sensación de comfort al verla.
Cuando revisité las Chicas Gilmore este otoño, fue el inicio de un viaje retro e introspectivo por información que no sabía aún guardaba en mi ADN. La revisité porque volví a ver caras conocidas, gestos y episodios que tenía incrustados en la memoria, sólo que esta vez, había más perspectiva, más comprensión, más momentos “aha!” por referencias culturales, y reflexiones más hondas.
Revisitar la serie me ha abierto muchísimas puertas a otras esferas. Como, por ejemplo, la indagación en la representación generacional, proyectando a través de sus personajes ideas, frustraciones, visiones y realidades. Pero siendo sincera, de lo que más me acuerdo es de Rory y de Jess, y de cómo entonces pensaba que se querían gracias a los libros que leían y se recomendaban, y empecé a sospechar que el rendimiento académico no determina tu inteligencia sino que refleja tu circunstancia.
Pero lo que más quiero creer sobre la relación de Rory y Jess, es la idea de que su historia es un paralelismo del amor no correspondido entre Alexis Bledel y Milo Ventiglimia. El ejemplo de la persona correcta en el momento equivocado. Las cookies de mis investigaciones digitales llevan al algoritmo a enseñarme vídeos de montajes de los 90 y de cómo mi generación no ha superado esta historia de amor. Me hubiera gustado terminar This is us porque para mi Jack es Jess de mayor, pero no pude porque series tan lacrimógenas me provocan migrañas y me arriesgo a vivir con heavy heart (estar muy triste) hasta la saciedad.
Otros shippeos (fantasear con crossover románticos entre actores y peña del mundo de la actuación) y amistades que me han acompañado este año son:
El encuentro entre Phoebe Waller-Bridge y Andrew Scott en los British GQ y su dedicatoria en el discurso debería estar impreso y colgado en la pared del salón.
La amistad de Andrew Scott y Paul Mescal. Me estoy zampando todos sus vídeos y entrevistas. Necesito ver All of us strangers, urgentemente.
Anything and everything about Paul Mescal & Daisy Edgar Jones. Especialmente, esta foto. SÍ, QUIERO
Paul Mescal y Natalie Portman conversando sobre la vida y admirándose durante cuarenta minutos consecutivos.
De Actors on Actors, recomiendo ver todas las entrevistas porque son bastante curiosas. Me gustó especialmente la de Emily Blunt & Anne Hathaway y la de Cillian Murphy & Margot Robbie. En esta última, me fascina lo bien que escucha Cillian Murphy y la reflexión sobre Barbie y Oppenheimer, indagar y mostrar la polarización y similitud de dos mundos aparentemente diferentes. También hablan sobre ser actor y sobre ser dirigido, producir, crear y contar historias, sobre escribir y sobre el marketing como herramienta que se nos va de las manos y nos deja fuera de control de fenómenos sociales.
Speaking of which, I am Kenough me parece el chiste más corto, infravalorado, sarcástico y mejor de la historia del cine, exageradamente hablando, y sin exagerar, porque podría hablar HORAS sobre él (el chiste digo, y sobre Ryan Gosling también)
Entrevistas y conversaciones similares puedes encontrar en La Script, con María Guerra. Veo clave la humanización de esa figura tan sumamente deformada, envidiada e idealizada que es el actor. María Guerra ofrece un espacio donde los actores se muestran vulnerables, y son presentados (y representados) como personas sensibles que sienten, que observan, que se transforman y aprenden a vivir en la incertidumbre. Lo que me recuerda a una frase que dice el psiquiatra Phil Stutz:
“True confidence is living in uncertainty and moving forward. The winner is not the one who always makes the best decisions or looks the best. The winner is the one who works that cycle. Who is willing to take the risk will interact with some degree of faith, and then eats the consequences."
Ciclos, procesos y bloqueos creativos también aparecen en la entrevista a Valeria (Coco Dávez) aquí:
5. Los libros en la mesita de noche
Otras recomendaciones narrativas que deberían ser clasificadas como tesoros culturales y que, acabarlos ha supuesto una crisis existencial:
- Just kids by Patti Smith.
- Beautiful world where are you? de Sally Rooney
- Baila, Baila, Baila de Haruki Murakami y su concepto de quita nieves cultural, el realismo mágico japonés y Yuki.
- Todo lo que sé sobre el amor, de Dolly Alderton. Que por cierto, también ha protagonizado un crossover con Taylor Rosen, la persona a la que deberías acudir para encontrar buenas lecturas y sumergirte en historias embaucadoras.
- I’m feeling lucky escrito por Ava Williams y su newsletter From mhy search bar. La sigo desde hace un par de años y su contenido es una película donde me gustaría quedarme a vivir eternamente.
Respecto a la obsesión de crear, documentar nuestras vidas, escribir sobre ellas y al cansancio o la frustración de no ser visto, Flavita Banana hizo una reflexión el otro día que más de uno deberíamos tatuarnos como recordatorio para cuando caemos en el papel de víctimas del capitalismo.
Lo que me recuerda a la siguiente reflexión:
Dos mil veinticuatro, ¿y ahora, qué?
Entre el grupo de personas que se dedican a proponerse objetivos para el año nuevo, me quedo con el de Ale (Nostalgic Yonki) que dice que se ha propuesto hacer puchero. Inspirada por la simpleza de los pequeños placeres, aquí van mis quehaceres pendientes:
Hacer una tortilla de patata. De los seis años que vivo en el extranjero, habré hecho unas tres. Hay que ponerse manos a la obra.
Leer, leer, escribir y escribir.
Ir al teatro y ver, por lo menos: un monólogo, un drama y un musical.
Seguir empezando 18 mil proyectos y seguir quejándome de lo auto explotada que me siento y caer en el discurso del artista que crea como impulso natural. No, enserio. Me gusta hacer mil cosas a la vez. No lo puedo evitar. ¿Y qué si pienso en mi productividad? Igual el planteamiento no es centrarse en la idea de una productividad que agota y quema, sino de una productividad cuyos descansos son espacios para contemplaciones hacia ideas más honestas, fruto del paso de eso con lo que parecemos luchar y llamamos tiempo. Aprender a aburrirme es lo más productivo que he hecho nunca. Ahora sólo falta recordarme que la expectativa no es la visión, la visión nace de dentro, la expectativa cae de fuera.
Aún tengo pendiente ver Saltburn para poder comentar sobre la famosa escena de la bañera y entender por qué tanto hype y trauma. Me recuerda a cuando 50 sombras de Grey pegó el bum y todo el mundo hablaba del libro como algo misterioso, tabú y fascinante. Harta de no tener criterio propio y poder formar parte de la tertulia literaria, me lo leí a escondidas en la galería de casa en dos tardes. He de decir que Elena, una compañera de clase de bachiller que también me hizo la carta natal y me introdujo al misticismo del mundo astrológico, fue insistente y me animó a leerlo. Meses después le confesé a mi madre que lo había leído y estuvimos una tarde entera comentando patrones, psicología de los personajes y dinámicas relacionales.
Ver La Mesías, ¡¡lo sé!! Ya estoy tardando. De momento, me conformo con el viaje a Yamaguchi de Amaia y su vídeo de tiktok cantando a cappella en un teatro en Japón.
Vivir, ¿supongo? Para poder escribirme más cartas, hablar con el vacío digital o quien sea que esté detrás de la pantalla, mientras le pongo orden a mis ideas y me echo unos cuantos bailes con ellas.
Muchas veces he pensado que no tenía nada que decir. Pero resulta que siempre me he estado contando cosas. Escribiendo, leyendo, archivando apuntes y trabajos del colegio, guardando entradas, tickets y papeles, fotografiando o haciendo listas inacabadas en libretas caóticas y con páginas sueltas entre medias.
Si alguna vez todo me resulta demasiado insípido o demasiado picante, o cuando no encuentre el mundo fascinante, los regalos pesen demasiado y el camino luzca como si pilotara el coche de un videojuego cuya ruta sólo sea ir contra la pared, entonces, me vaciaré los brazos, me sentaré en el suelo, cerraré los ojos y cuando haya descansado, el mundo seguirá siendo el mismo, pero mi corazón quizá esté explotando.
Tell me, where's your hiding place?
I'm worried I'll forget your face
And I've asked everyone
I'm beginning to think I imagined you all along
¿Qué momentos de la cultura popular te han acompañado este año? Te leo.
Nos vemos en 2024.
Laura xx
"-Què passa?
-El temps.
I, en efecte, això és el que passa”
Joan Fuster
Como explica Iván Farias en Sobre lo Hichtcockiano, para que una trama se pueda definir como Hichtcockiana, debemos encontrar 3 elementos indispensables: innovación (utilización del metaverso como analogía), humor negro (el chiste de que acabe en boda se cuenta sólo. Que me dices de la sotana del cura incendiada? Poesía visual) y el espectador sabe más y mejor que el protagonista: toda España sabe quién es Iñigo, un Don Juan vividor que se va de farra por América Latina víspera a la boda mientras Tamara se recluta en casa con baños y dietas adelgazantes. Aquí, “el suspenso no viene de una vuelta de tuerca que te tome por sorpresa. Como en Psicósis, su giro final viene precedido de varias advertencias.” El suspense de esta historia viene causado pues, no por el factor sorpresa, sino por la expectación de su desarrollo y, sobre todo, de la reacción de los personajes. España tiene una imagen más rica y detallada que la de los propios personajes.
Wikipedia, acertadamente, dice: El humor seco, humor inexpresivo o deadpan en inglés, es una forma de humor en que este es presentado sin variación de emociones o lenguaje corporal, comúnmente como una forma de expresión cómica para contrastar con la ridiculez o el absurdo del tema. Esta forma puede ser directa, irónica, lacónica o aparentemente involuntaria.
Un artículo muy interesante que reflexiona sobre este formato, escrito por Jessica M. Goldstein